Gran encuesta colombiana de Artes Plásticas: Los 50 elegidos

Resultados de la gran encuesta del Museo Arte Erótico Americano MaReA y Con-Fabulación Periódico Virtual sobre artes plásticas, realizada durante las últimas 8 semanas (diciembre 14 de 2009).

Entre 439 listas enviadas por los más sobresalientes artistas, intelectuales, críticos, escritores y hedonistas colombianos elegimos los 50 creadores que más obsesionan a nuestros confabulados. Aquí están pues, los 50 imprescindibles, los elegidos: el ejército sublime.

1) Alejandro Obregón: 252
2) Luis Caballero: 221
3) Fernando Botero: 196
4) Débora Arango: 142
5) Edgar Negret: 125
6) Armando Villegas: 119
7) Ángel Loochkartt: 109
8) Jim Amaral: 101
9) Leonel Góngora: 99
10) Juan Antonio Roda: 92
11) Eduardo Ramírez Villamizar: 90
12) Andrés de Santa María: 85
13) Epifanio Garay: 83
14) David Manzur: 82
15) Enrique Grau: 81
16) Darío Morales: 80
17) Omar Rayo: 76
18) Rodrigo Arenas Betancourt: 75
19) Carlos Granada: 68
20) Guillermo Wiedemann: 67
21) Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos: 65
22) Pedro Nel Gómez: 65
23) Pedro Alcántara Herrán: 58
24) Gonzalo Ariza: 52
25) Fernando Maldonado: 47
26) Doris Salcedo: 46
27) Ignacio Gómez Jaramillo: 42
28) Ricardo Acevedo Bernal: 42
29) Santiago Cárdenas: 41
30) Augusto Rendón: 40
31) Feliza Bursztyn: 39
32) Juan Cárdenas: 37
33) Heriberto Cogollo: 36
34) Darío Ortiz: 34
35) Carlos Rojas: 33
36) Oscar Muñoz: 31
37) Olga de Amaral: 30
38) Bernardo Salcedo: 29
39) Lucy Tejada: 28
40) Germán Londoño: 27
41) Lorenzo Jaramillo: 26
42) Miguel Ángel Rojas: 26
43) Rómulo Rozo: 25
44) Alfredo Araújo Santoyo: 23
45) María Teresa Hincapié: 22
46) Eduardo Esparza: 21
47) Álvaro Barrios: 20
48) Manuel Hernández: 19
49) Jesús María Zamora: 18
50) Nicolás de la Hoz: 17

Con numerosa votación pero sin alcanzar el umbral necesario para estar entre los elegidos quedaron los artistas: Gregorio Cuartas, Manolo Colmenares, José María Espinoza, Leonel Estrada, Norman Mejía, Luciano Jaramillo, Augusto Rivera, Carlos Correa, Luis Alberto Acuña, Roberto Pizano, Jorge Mantilla Caballero, Leo Matiz, Umberto Giangrandi, Ricardo Borrero Álvarez, Darío Jiménez, Carlos Salas, Nadín Ospina, Alipio Jaramillo, Luis Luna, José Antonio Suárez, Antonio Samudio, Gaston Bettelli, Dioscórides, Saturnino Ramírez, Gilberto Cerón, Hernán Díaz, Cecilia Porras, Edilberto Sierra e Iván Rickenmann…

ALEJANDRO OBREGÓN

(Barcelona, 1920 - Cartagena 1992). Desde su niñez vivió en Barranquilla. Se formó en la Escuela de Bellas Artes de Boston y en la Llotja de Barcelona. Al regresar de España en 1944 participó en el V Salón Nacional de Arte con gran éxito. La crítica denominó a su mundo "expresionismo mágico".
Su obra contempla algunas fases decisivas. Al comienzo fue naturalista y en ocasiones expresionista. A partir de 1947 exploró el cubismo, donde una perspectiva singular reinó en sus composiciones. A comienzos de la década del sesenta Obregón alcanzó la fuerza de su estilo. Su consagración no se hizo esperar y ganó en dos ocasiones el primer premio de pintura del Salón nacional (1962, 1966), con su cuadro "Violencia" e "Icaro y las avispas", respectivamente. Maestro del óleo en sus comienzos, se dedicó en su última etapa al acrílico, lo cual para algunos estudiosos “lo que ganó en libertad formal lo perdió en poder expresivo”.
Pintor de la violencia, pero también del sueño, es una de las piedras angulares del arte realizado en Colombia. Fascinado por la pintura mural, realizó obras de gran reconocimiento en el Senado de la República y en la Biblioteca Luis Ángel Arango.

ALFREDO VIVERO

El espíritu del guerrero
Por Gustavo Tatis Guerra

Frente al lienzo en blanco él ha cerrado los ojos para contemplar la espléndida y dolorosa epopeya de América.
Alfredo Vivero ha visto como quien persigue el secreto de unas huellas borradas por el viento, el corazón oculto de la cordillera, el latido de la llanura y la profunda soledad de la selva, para encontrarse con el rostro iluminado del hombre antiguo, para descifrar su cántaro roto, su corazón sacrificado, para mirarle los ojos al jaguar, para escuchar la voz de la tierra del Quetzal y la Anaconda.
Ha venido a descifrar los códices mancillados de los sabios indígenas mayas sobre tiras de piel de animal o corteza de árboles, como quien lee en la más alta y aventajada escritura indoamericana iniciada por los zapotecas en el primer milenio antes de Cristo. La mayoría de esas escrituras fueron quemadas por sacerdotes españoles temerosos de que aquello fuera una obra del demonio. No es cierto que el continente haya sido una geografía sonámbula en busca de civilización, como lo percibía un pintor español sembrado en el Caribe. Los deseos y los misterios de la vida ya estaban escritos, graficados y reelaborados en jeroglíficos en el Siglo XVI antes de la llegada de los españoles.
Ha visto el rostro de niño viejo en el corazón sereno de una planta yucateca como una flor abierta. Algo de misterio de ultratumba ha encontrado en esa figura que parece dialogar con los vivos. La figurilla de Jaina como el alma dormida de un dios está en el centro de una Aracere, planta de las selvas yucatecas.
Algunos creen que se trata del dios viejo Pahuatun. Él ha cerrado los ojos para escuchar el murmullo de las hojas de las ceibas gigantescas, árboles sagrados de los mayas, y para nutrir de color los movimientos del tiempo. Ha vuelto a ver dentro de sí mismo a los guerreros emplumados. El guerrero emplumado aparece en sus visiones interiores y lo pinta en uno de sus óleos. Es Moctezuma que aparece con plumas de quetzal y collares de turquesa y jade. Está sentado en posición meditativa, y el dorado esplende sobre su cabeza. Más que un guerrero en reposo, su aura es la de un ser trenzado con la tierra y el universo y con un alto sentido de lo sagrado. Los símbolos que le rodean magnifican su expresión.
El artista logra descifrar el sentido del color en las culturas precolombinas, descubrir que lo mítico y lo mágico son metáforas de la existencia, referentes del ser en su relación cotidiana con el cosmos. Su pintura hibrida lo abstracto y figurativo, y logra trascender la orilla simbólica de lo local hacia lo americano y universal, permitiendo una lectura profunda del espíritu genesíaco del continente. La suya cuestiona la mirada limitada, sesgada y prejuiciada hacia las culturas indígenas.
«El conocimiento del pasado americano nos permite saber que muchas de esas culturas llegaron a desarrollarse tanto como cualquiera de las grandes culturas del mundo que han sido paradigma y canon del comportamiento humano», señala Alfredo Vivero. A esas profundas orillas del tiempo se ha asomado el artista.


Alfredo Vivero. Nació en 1951 en Corozal (Sucre), Colombia. Estudió arquitectura en la Universidad la Gran Colombia. Recibió la Orden Civil al Mérito José Acevedo y Gómez (2004), y fue condecorado en 1991 por Colcultura con la orden Mariscal Sucre. Ha realizado portadas para varias revistas y calendarios.
En el año 2004 expuso en Latin American Artist Studio bajo el título Magia, mito y leyenda, en San Diego, California, muestra que anteriormente presentó en Bogotá, Ibagué, Sincelejo y Miami (Contemporary Art Foundation Gallery). Ha realizado las exposiciones: Ficciones (1986), Laberintos del silencio (1983), Resurrección del mito (1982), Canción de la vida total (1981), Sueños (1980). En 1996 fue seleccionado por Adpostal para edición de cuatro estampillas con la serie Mitos y Leyendas de Colombia. Ha realizado los murales: Visa deportiva (Parque Jhon F. Kenedy, Bogotá, 1984); Schin-Ghui-Tai (Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 1982); El hombre nuevo (Catedral de Corozal, 1981); El testigo (Círculo de Periodistas, Bogotá, 1981).

ÁLVARO BARRIOS

(Cartagena, 1945- 2007). Cursó estudios de artes en la Escuela de Bellas Artes de Barranquilla y arquitectura en la Universidad del Atlántico. Posteriormente realizó cursos de Historia del Arte en en Perugia y en la Fundación Giorgio Cini de Venecia. Se ha desempeñado como catedrático de arte en varias universidades.

Artista de gran versatilidad, ha trabajado composiciones surrealistas, conceptuales y pop en sus cuadros. Como dibujante notable ha involucrado elementos del comic en su obra. Según sus palabras “todo el arte contemporáneo ha dejado improntas en su universo pictórico”.

Entre sus más notables exposiciones señalamos: Galería Marta Traba, Bogotá (1968); Museo de Arte Moderno, Cartagena (1987); Museo La Tertulia de Cali (1969, 1980 y 1990); Museo de Arte Moderno de Bogotá (1967, 1968, 1977, 1986 y 1999), y Museo Nacional de Buenos Aires (2000).

Ha participado en las siguientes exposiciones internacionales: VII Bienal de Paris (1971); IX Bienal de Tokio (1974); XIII Bienal de Sao Paulo (1975). Recibió la Medalla de Oro de la IX Bienal de Tokio (1974); el Premio de la priemra Trienal Latinoamericana de Grabado, Buenos Aires (1979), y el Premio Luis Caballero, Galería Santafé, Bogotá (1998).

En 2001 obtuvo el Premio Latinoamericano de Pintura y Técnicas Mixtas de la primera Bienal de Buenos Aires, Argentina con su serie “Los Cincuenta Caminos de la Vida"





ANDRÉS DE SANTA MARÍA

Andrés de Santa María. (Bogotá, 1860 - Bruselas, Bélgica, 1945). Es reconocido como el más importante artista impresionista colombiano. Estudió en Bruselas primaria y secundaria en París. En esta última ciudad, conoció a varios maestros del impresionismo, como Claude Monet, que determinarían su búsqueda pictórica. Al regresar a Colombia fue nombrado director de la Escuela Nacional de Bellas Artes durante 1904. Ese mismo año realizó su primera exposición de trascendencia, muestra que tuvo excelentes comentarios por parte de Baldomero Sanín Cano, y desde ese momento gozó de gran prestigio. Sus óleos: Lavanderas del río Sena, Los Fusileros y La niña a caballo, fueron algunas de sus obras expuestas, que alcanzarían un amplio reconocimiento posteriormente. En 1936 expuso en Bruselas y posteriormente en Londres. En 1945, mientras vivía en su exilio voluntario en Bélgica, falleció víctima de una infección renal a la edad de ochenta y cinco años. En 1949 en el Museo Nacional, se organizó una retrospectiva en homenaje a su obra, y en 1971 el Museo de Arte Moderno de Bogotá, colgó un centenar de sus obras más representativas, que validaron su lugar fundamental en el desarrollo de la plástica nacional.